domingo, 12 de septiembre de 2010

Momentos de Nadie VI

-"Bienvenidos oyentes del Inframundo, esto es Radio Paranoia"

Al oír esas palabras, y sobre todo, al oír esa voz su corazón comienza a latir con la misma agitación que una presa herida.

Se reclina en el asiento del conductor y abre la ventanilla, sólo un poco. Mientras la locutora de radio da paso al nuevo single de un grupo de nü-metal, el se imagina unos labios carnosos que acarician el micrófono con cada palabra, mientras mechones de cabello pelirrojo se balancean con cada aspiración, a ratos acariciando el pecho a través del escote de una camiseta negra.

“Sin duda eres pelirroja, con buenas tetas además”

De pronto su mente imagina de nuevo sus labios, pero esta vez el labio inferior aparece cruzado, exactamente en el centro, por un fino aro plateado. La idea no parece disgustarle en absoluto, por el contrario, ahora al imaginar su cuerpo desnudo percibe que lleva un aro idéntico pendiendo del pezón derecho.

“Sí, ella es de ese tipo de mujeres. Tiene varios piercings, algunos incluso aún están por descubrir, y probablemente también tenga un tatuaje”

Al instante se materializa una serpiente semienroscada sobre la cadera izquierda de la mujer imaginaria, y el simple hecho de visualizar el ombligo y la suave piel del vientre provocan nuevas palpitaciones esta vez no sólo en su corazón.

“Además es una diosa del sexo, con la habilidad de ser sumisa como una brisa veraniega pero también salvaje como la tormenta tropical”

Ya sin poder resistirlo, se reclina aun más en el asiento e introduce su mano derecha bajo el pantalón y mientras cierra los ojos, en su mente empiezan a enroscarse imágenes de labios sonrosados, curvas y mechones llameantes.

Y dado que el tiempo escapa más velozmente cuando la actividad realizada es placentera, en lo que apenas podrían contarse como segundos mortales, una mano golpea el cristal de la ventanilla, rompiendo el clímax de la experiencia.

Al abrir los ojos debido a la interrupción, se encuentra unos ojos casi idénticos a los suyos mirándole con una mezcla de diversión y comprensión. Los ojos de su madre.

-Mañana te toca limpiar el coche a conciencia.

martes, 7 de septiembre de 2010

Momentos de Nadie V; "Radio Paranoia"

Mientras las últimas gotas de agua ardiendo empapan la alfombrilla del baño al precipitarse desde las puntas de sus rastas recién lavadas, su mano arranca la toalla del gancho que pende de la pared azulejada y se envuelve en ella con dificultad. “I am awake, so everything is gonna be fine…” canta una voz ronca, intentando ser positiva por encima de la notas melancólicas que la acompañan. Las palabras resuenan en toda la casa, escapando por el sistema de cuatro altavoces colocados en las distintas estancias del hogar, y llegan hasta sus oídos, mientras, ella observa un reflejo de ceño fruncido en el gran espejo enmarcado en forja del baño. Da dos pasos atrás y espera la llegada del estribillo para poder sentir que realmente todo va a ir bien. Cuando el ritmo de la canción hace presentir la subida, se dobla sobre su cuerpo de modo que las rastas mas largas se desparraman por el suelo del baño y al segundo siguiente, se yergue y sacude la cabeza hacia atrás empapando las paredes, y repite el mismo acto una y otra vez hasta que ese cantante optimista se cansa de intentar autoconvencerse y ella ya se encuentra un poco mareada debido a los bruscos movimientos.

Coge el paquete de tabaco que ha dejado en la mesa de la cocina y enciende un cigarrillo que acaba por llenarse de motas de agua procedentes de una rasta más corta que pende sobre su frente. Exhalando bocanadas de humo y con la música a todo volumen sacudiendo las paredes, abre los dos primeros cajones del mueble de su habitación. Deja caer la toalla que la envuelve a la vez que escoge unas horteras bragas de leopardo en tonos amarillos y verdes y un sujetador gris, así como esas medias de rejilla que tanto molestaban a su madre. Una camiseta raída que más valdría llamar vestido asoma curiosa desde el segundo cajón, suplicando que la saquen, ella, que en el fondo es muy considerada, decide darle una oportunidad y se la pone.

Un teléfono móvil suena abandonado bajo la almohada de la cama, pero debido al volumen de la minicadena, nadie lo oye provocando desesperación en el joven que a veinte quilómetros que distancia intenta contactar con la chica de las bragas de leopardo.

Ya vestida y calzada con unas slip-on desteñidas, se enfunda el casco y se sube a su motocicleta, la arranca y cruza la ciudad bajo un cielo de estrellas ocultas por la polución y la contaminación lumínica. Llega al edificio con apenas veinte minutos de margen, y tras encadenar la moto a la farola de rigor, traspasa las puertas de cristal y sube casi sin aliento las escaleras que llevan al primer piso. Antes de llegar al estudio saca sin miramientos el móvil para dejarlo en silencio y entonces ve la llamada perdida de su amigo, pero ahora no puede llamarle, tendrá que esperar hasta el final del programa.

Al entrar en la recepción, la recibe esa misma canción que asegura que todo va a ir bien, y Matías, el supuesto recepcionista y chico para todo, sin ni siquiera desviar su agujereado rostro de la pantalla del ordenador, se dirige a ella con la desgana habitual.

-Ahí tienes tu tila fría- dice señalando un vaso de cartón desechable.

-Gracias Mati- responde ella torciendo una sonrisa mientras se encamina al pasillo.

-Que te jodan y no me llames Mati- reclama ya en la distancia indignado.

Entra en el estudio y suelta el bolso y el casco en la mesa auxiliar del fondo. Con la tila en la mano, se sienta a la mesa semicircular y se pone los acolchados auriculares a través de los cuales puede oírse ahora un solo de bajo un tanto pesado.

-Entramos en cuanto acabe la canción, en medio minuto.- dice la chica que la mira a través del cristal, a su frente.

Ella asiente con la cabeza, se quita los cascos para recoger la carpeta de su bolso. Vuelve a sentarse y a ponerse los cascos, da un sorbo al vaso de tila mientras mira el reloj que marca las 23:58.

-¿Preparada?- cuestiona la joven a través del cristal.

-Siempre.- responde ella, esperando que el piloto se ponga rojo.

Suena entonces la melodía que siempre da paso a su programa, y la chica de otro lado del cristal asiente, solo una vez. Ella acerca sus labios pintados de rojo burdeos a la alcachofa de color violeta y dice a media voz:

-Bienvenidos oyentes del “Inframundo”, esto es Radio Paranoia.

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