Mostrando entradas con la etiqueta maltrato. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta maltrato. Mostrar todas las entradas

viernes, 14 de agosto de 2009

Capitulo 2º: Confinación, huida y castigo.

La princesa contemplaba aburrida el vasto reino que se extendía más allá del lúgubre castillo. Día tras día su padre le forzaba a tomar exhaustivas lecciones con la excusa de “instruirla” en el arte de gobernar la que un día sería su herencia. Sin embargo ella conocía la finalidad de tal tarea, sólo querían mantenerla ocupada, confinada entre las mohosas paredes de su cárcel dorada, mientras su piel se marchitaba como las flores ante la falta de luz solar; jornada tras jornada permanecía en el oscuro estudio, almacenando datos inútiles en su memoria, disponiendo apenas de unos minutos al día para sentarse bajo su amado astro rey, antes de que los carceleros corrieran hacia ella blandiendo las cadenas de su castigo no merecido.

De nuevo la princesa había escapado al jardín, de nuevo se encontraba inerte sobre el lustroso césped a medio camino entre la insolación y el desmayo. Por más que las criadas ponían cuidado en que la joven heredera no abusase del sol por el bien de su salud, ella seguía corriendo como alma que lleva el demonio hacia el exterior, hiriendo con uñas y dientes a quienes trataran de impedírselo. No era ni la primera ni sería la última vez que en volandas hubiera de ser llevada a su lecho y tratada con paños fríos para hacerla recuperar el conocimiento.

¡Encima esto! Si no fuese suficiente el confinarla eternamente en tan sombrío lugar, osaban además a erradicar de su cuerpo el poco calor que lograba arrancar del cielo. ¿Cuál era su pecado?, ¿nacer?, tal vez ¿no ser el varón que sus padres deseaban?, ¿a que venían tales torturas?...si tan sólo llegara la muerte, y diese fin a una existencia tan miserable... No importaba la resistencia que intentase oponer, ellas, las carceleras, eran siempre más fuertes y numerosas y no dudaban en golpearla hasta dejarla inerte…

…era imposible contenerla, gritaba hasta desgañitarse, ignoraba la sangre ajena que cubría sus manos tras rasgar el rostro de las criadas con sus afiladas uñas, se convulsionaba peligrosamente entre los brazos de las doncellas que le suplicaban que parase…No había nada que hacer, ella siempre acababa histérica, apretando con fuerza su garganta por el dolor que le provocaban sus propios gritos. Aterradas, las sirvientas terminaban por soltarla con expresiones de sufrimiento en el rostro, viendo como ella misma se provocaba desmayos al no controlar su fuerza.

De nuevo caía…ojalá esta vez nada la sujetase, ojalá este fuera el final. No lo sería, pues ya oía de nuevo esas maliciosas risas.

Llantos, no importa cuantas veces fueran testigos de tal desgracia. Ellas sufrían más que su princesa las heridas cuando se autolesionaba tan cruelmente.




miércoles, 17 de diciembre de 2008

Capitulo 1º: Traición, maltrato y desmayo.

La princesa se levantó, enfadada como siempre, se miró al espejo y suplicó por su muerte. Ya no podía soportar más su fealdad, sus mejillas pálidas, sus ojos hundidos sus labios cenicientos, sus greñas grasientas. A gritos llamó a su doncella, espero medio segundo y comenzaron sus sospechas. Todos la traicionaban, todos la odiaban y confabulaban contra ella.
Los mórbidos conejos de sus sueños se lo habían advertido mientras ella les observaba devorar pasteles. La doncella no llegaba, y la princesa ya había contado hasta la docena, volvió a llamarla, gritando, desgañitándose. Se le raspó la garganta, y un líquido metálico y dulzón corrió por ella, sangre. Sangre que se encaminó hacia sus pulmones con una bocanada de aire. La princesa, traicionada y herida cayó de rodillas y se convulsionó al ritmo de las arcadas.

Entonces llegó la doncella, sucia e infantil, de ojos llorosos, que se horrorizaron ante el estado de su adorada princesa y presurosa la levantó del suelo y la trató con los más dulces cuidados.

Le hizo daño, y lo hizo a sabiendas, y sonreía con maldad mientras la empujaba a la cama y le sacudía la cara, arañándola con sus largas y mugrientas uñas. La atormentó has que la princesa se desmayó y aún después esta podía oír sus siniestras carcajadas que la acompañaron durante toda la pesadilla en la que se sumergió. Su corte traicionándola. Ella, sucia y harapienta, encerrada en una torre, muriendo de hambre, negándose a ingerir las bazofias que le ofrecían como único sustento, buscando desesperada las pastillas y brebajes que la mantenían sana y viva. Enloquecida y acompañada únicamente por esos repulsivos conejos zampones que ni tan siquiera podían desplazarse. Lo único que poseía semejante a los amigos, sus consejeros y únicos aliados.


La Servidumbre entera se afanó como era costumbre ante los desmayos de la princesa, la cocina preparó las más llamativas exquisiteces, las doncellas prepararon el más perfumado baño y el más suave vestido, en todas las salas del palacio ardieron los hogares hasta que el ambiente estuvo caldeado y acogedor. Media docena de doncellas hacían guardia en la habitación de la princesa, y varios médicos revisaban su estado cada media hora. Hasta que la princesa abrió sus grandes ojos, cinco horas después, con cara de enferma y sufrimiento, radiante con todo y bella, siempre bella.

Abrió los ojos con espanto. Se había reunido a su alrededor, como si esperasen que su precaria cama se convirtiese en su lecho de muerte. Pudo ver los gestos de malvada esperanza y sádica diversión en sus ávidos rostros antes de que estos se camuflasen tras una estática sonrisa que escondía desagrado y repulsión.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...